Decidir cuándo despedirse de una mascota querida nunca es fácil. Cuando Travis Evans condujo al Refugio de Animales de Stafford en julio pasado para sacrificar al Labrador Retriever de su familia, Buxton, nunca imaginó que sería acusado de crueldad animal. Sin embargo, once días después de la eutanasia de Buxton, Travis, aún en duelo, enfrentó un delito menor de clase uno, punible con hasta un año de cárcel y una multa de $ 2,500.
La historia comenzó en diciembre de 2014 cuando la familia Evans notó una masa en la pata delantera de Buxton. Lo llevaron a un veterinario que extirpó quirúrgicamente el crecimiento, sin embargo, el procedimiento reveló que el cachorro de siete años tenía cáncer terminal. A Buxton le fue bastante bien después de la cirugía hasta julio pasado, cuando tuvo una convulsión en la cocina de la familia. Travis llamó de inmediato a la oficina del veterinario, que estaba cerrada, y luego al hospital de emergencia local. Pero en ese momento, Buxton pareció recuperarse y estaba caminando por su patio trasero. Como parecía estar bien y ya sabían de la enfermedad terminal, la familia decidió no llevar a Buxton a la cita de emergencia con el veterinario. Pero unos días después, Buxton se derrumbó en el suelo. Luego, Travis tomó la decisión de sacrificar a Buxton a través del refugio de animales.
El caso de crueldad animal se centró en el intervalo de cuatro días entre la primera convulsión de Buxton y cuando Travis lo llevó a la eutanasia. La Oficina del Fiscal de la Commonwealth sostiene que la familia ignoró las recomendaciones del veterinario y permitió que Buxton sufriera. Falta mucha información en este caso, por lo que puedo ver por qué los cargos se retiraron más tarde, citando que la familia no fue intencionalmente cruel.
Si bien entiendo que los Evans pueden haber estado cortos de dinero y sentían que ya sabían que Buxton tenía cáncer, pero si fuera yo, habría llevado a mi perro al veterinario inmediatamente después de la primera convulsión. Esa decisión está ciertamente en el quid del cargo de delito menor, sin embargo, parece una pendiente un poco resbaladiza. El otro lado de este caso también es interesante porque la decisión de cuándo sacrificar a una mascota es a menudo un poco subjetiva. Al pensar en uno de mis gatos del pasado, a menudo pienso que lo dejé sufrir demasiado porque no quería despedirme.
Me alegra que los funcionarios de Stafford parezcan estar monitoreando tan de cerca la posible crueldad, pero puedo ver cómo estos cargos podrían aplicarse de manera inconstante. También me temo que este caso podría disuadir a la gente de llamar al veterinario, pensando que podría ponerlos en el radar por un posible cargo.
¿Cómo cree que debería haberse manejado el caso de la familia Evans?
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